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Las aventuras del joven del conurbano elegido como el ”mejor fotógrafo del mundo” y embajador de la ONU

Nico Marín Benítez
El joven argentino actualmente bucea hasta a 40 metros de profundidad, para documentar especies y rutas de migración (Fotos: Nico Marín Benítez)

Cuando tenía 18 años Nicolás Marín Benitez se postuló a una oportunidad laboral como fotógrafo submarino y administrador de redes sociales de un proyecto de conservación de corales en Cozumel, México. No tenía experiencia en buceo, pero estaba dispuesto a dar todo de sí, y su entusiasmo fue el valor diferencial entre 1500 personas que también aplicaron. Lo eligieron, y se fue tras esa experiencia, que pensó duraría un mes, y se prolongó por un año. Fue su primer viaje lejano sin sus padres, y aprendió mucho en poco tiempo. En 2023 fue elegido como “mejor fotógrafo de naturaleza” en el prestigioso concurso internacional Environmental Photographer of the Year, y hoy trabaja como explorador de National Geographic. También es embajador de las Naciones Unidas, y uno de los líderes de la expedición “Darwin 200″, que consiste en recorrer la misma ruta del naturalista inglés a lo largo de dos años, para formar a los 200 ecologistas más brillantes del mundo.

De San Miguel a Time Square

Desde Baja California, el joven oriundo de San Miguel, Provincia de Buenos Aires, charla con Infobae sobre sus inicios, y las decisiones que lo trajeron a este prometedor presente. Con 24 ya cumplidos, siente que los últimos seis años fueron como una película de aventura, donde no pierde la capacidad de asombro. “Hace unos días vi el anuncio de los “Goodwill Ambassadors” (Embajadores de buena voluntad) de la ONU, y yo aparecía en el listado que publicaron en la pantalla gigante del Times Square, realmente algo de no creer; ¡es el mismo reconocimiento que le dieron a Lionel Messi en 2009!”, exclama sumamente emocionado.

Cuando la chispa de la inspiración se enciende en Nicolás, es un motor turbo que arrasa. Se acuerda de cada detalle de su historia, y los cuenta como si pudiese trasladarse a ese momento y revivirlos una y otra vez. “Atesoré y valoré demasiado cada una de las vivencias, así que las tengo siempre frescas, y me tomo el tiempo de procesarlas, porque lo disfruto con gran intensidad, pero las fichas me van cayendo después”, explica. Lo primero que aclara es que jamás se imaginó ser protagonista ni del 1% de lo que le viene pasando, y de hecho, su vida estaba alineada hacia otra vocación, que nada tiene que ver con el océano.

Nico Marín Benítez
A bordo de un velero y distintas embarcaciones ya recorrió: Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Noruega, Islandia, Aruba, Panamá, el Polo Norte, Estados Unidos, México, República Dominicana, Las Bahamas, África, Ecuador, e Inglaterra, entre otros

Curiosidad por el mar

Quería ser tenista profesional, me anoté en una escuela cerca de mi casa cuando era chico, y me iba muy bien”, revela. A los 12 años ya había pasado por tres clubes, y lo habían llamado para jugar en Estados Unidos en la categoría junior. A punto de cumplir la mayoría de edad, ya había ido cuatro temporadas consecutivas a Norteamérica, y todo indicaba que seguiría en ese camino. “Allá por el 2009 yo veía documentales de naturaleza y animales, pero ni sabía que podía ser una carrera, pensaba que las personas que aparecían en televisión en esos programas estaban tocadas por la varita, que era algo imposible”, confiesa. Su madre es diseñadora de interiores y su padre comerciante, distribuidor de bebidas, por lo que en su familia tampoco había alguien que tuviera una profesión relacionada a la exploración marina.

¿Cómo y dónde se empieza si me quiero dedicar al mundo del océano? ¿Estudiando natación?”, se preguntaba en aquel entonces, y era una simple curiosidad, hasta que a los 17 sintió que era el momento de responder esas preguntas. “El tenis no dejaba de ser un deporte selectivo e individual, y yo sentía que quería hacer algo más, pero no sabía qué”, indica. En simultáneo empezó a desarrollar su faceta de activista, y participó de varias marchas en defensa de distintas causas ambientales y sociales, en pleno inicio del movimiento impulsado por Greta Thunberg. Escuchó que uno de sus profesores iba a una escuela de creativos, y le pareció interesante. Se anotó en un curso donde estudió nociones de marketing, publicidad, cine, arte, redacción y fotografía, y al poco tiempo tuvo su primer trabajo en una agencia.

Nico Marín Benítez
Una fotografía durante sus inmersiones al océano para documentar mantarrayas gigantes

El “sí” que cambió su vida

Siempre estaba atento al portal interno de búsquedas laborales, y a las propuestas de trabajo que resonaban en distintas empresas internacionales. Su punto fuerte era el manejo de redes sociales, tenía acreditado un buen nivel de inglés, y aunque no cumplía con todos los requisitos, decidió anotarse en varias. Hubo una que lo dejó fascinado, y parecía utópico que se volviera posible. “Básicamente lo que hasta el momento yo había hecho en tierra, fotos de naturaleza para marcas, ahora tenía que hacer lo mismo debajo del agua en la isla de Cozumel, como fotógrafo submarino, y se anotaron 1500 personas”, cuenta. Seleccionaron a tres, entre las que él estaba, y finalmente llegó la confirmación de que era la persona indicada para el puesto.

“Obviamente como yo no tenía otra experiencia previa en expediciones, esa primera vez no iba a tener un sueldo, pero me cubrían todos los gastos y me capacitaban en buceo, que realmente me interesaba, así que me fui para México, cuando mi único viaje solo previamente había sido a Bariloche con mis compañeros de secundaria”, dice entre risas. Empezó con las clases, y se frustraba porque quería llevar la cámara para comenzar cuanto antes a capturar momentos acuáticos, pero los animales se alejaban y no lo lograba. A medida que perfeccionó sus habilidades, y desarrolló movimientos más suaves como buceador, todo empezó a fluir.

Nico Marín Benítez
Destaca el intercambio cultural que se genera en los barcos, y la dinámica de trabajo, con cronogramas que combinan navegación, trabajo de campo subacuático y controles desde la orilla
(nicolas marin/)

Hoy tiene 232.000 seguidores en Instagram@nicomarinb-, lo cual demuestra un crecimiento exponencial de su popularidad, pero hace hincapié en que cuando se le ocurrió hacer el primer posteo sobre conservación de los océanos, había unas 500 personas en su red social. “Solo me seguía mi familia, amigos y conocidos, y de repente en 2019 empezó el boom, cuando le pude dar una vuelta a lo que estaba haciendo; ya que estaba sacando fotos lindas, quería contar también las problemáticas que ocurren, motivar a la gente a que se sumara a campañas de limpiezas de playa, desafíos de recolección de colillas de cigarrillos en la arena, y noté una participación muy activa”, celebra.

Mientras tanto, se mantenía en contacto con sus padres todos los días, y así fue durante un año entero, porque los tiempos se extendieron. En ese lapso aprendió a cocinar, y a desenvolverse en la rutina diaria, porque de repente, ya vivía solo y tenía responsabilidades por cumplir. Cuando terminó con su tarea, regresó a Buenos Aires, sin saber que estaba a punto de estallar la pandemia de coronavirus, y que no podría viajar durante todo el 2020. “Tenía una propuesta para ir a Malasia, pero a los dos meses se canceló porque todo lo que estaba pasando, y me tuve que quedar en San Miguel, y fue durísimo pasar de conocer el mundo a estar en cuatro paredes en medio de la ciudad cerrada”, se sincera. Tuvo miedo de perder por completo la pasión y la motivación, y fue una etapa donde prácticamente perdió toda esperanza.

Nico Marín Benítez
Una de las imágenes que capturó en las Islas Malvinas, durante un viaje movilizante e inolvidable

Cuando comenzaron a reactivarse algunos viajes, su papá le propuso ir unos días a Mar del Plata, donde habían ido de vacaciones varias veces cuando él era chico, y en un principio le dijo que no, pero a último momento hizo las valijas y se fue por una semana. “Hice una limpieza de playa, me reactivó muchísimo estar cerca del agua, y al final me quedé cuatro meses”, señala. Siempre atento a las redes sociales, vio la noticia del viaje de Enrique Piñeyro, el piloto, cineasta, empresario gastronómico, médico, filántropo, actor y activista socioambiental, sobre la “ciudad flotante” del Mar Argentino, y la replicó en su Instagram. Luego se puso en contacto con el equipo personas que habían asistido, para felicitarlos y transmitirle su admiración.

“Me respondieron: ‘Para la próxima te vamos a tener en cuenta’, y claro que no me imaginé que era en serio”, relata. A los cuatro meses recibió un llamado para sumarse a un viaje, organizado por el mismo grupo de personas, y el destino era Senegal. “Fui a documentar la pesca, hice entrevistas con pescadores locales, y conocí a Open Arms, una ONG española que se encarga de ayudar a los refugiados del Mediterráneo, y me interioricé en la situación: Senegal sufrió una sequía en la década del 80′, y como no se podía realizar tareas de agricultura, se otorgaron tantos permisos para que se pueda pescar, que hoy en las costas de Dakar no hay pescado ni para comer ni para vender; entonces la gente emigra en embarcaciones que arman ellos, y en tan solo cuatro años murieron 16.000 personas en el mar”, explica, y lo define como “una de las expresiones más duras y devastadoras” que le tocó retratar.

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«Siempre que pienso ‘más que esto no puede haber’, un nuevo capítulo de mi vida me sorprende con cosas aún más grandes y emocionantes», expresa con gratitud (nicolas marin/)

La tecnología como aliada

Las oportunidades volvieron a aparecer cuando se normalizaron los vuelos, y Nicolás no dudó en insistir. “Hoy estamos a un mail de distancia de alcanzar nuestros sueños, y yo he recibido muchísimos ‘no’, inclusive esta misma mañana me pasó que no quedé seleccionado en un concurso; pero eso no me desmotiva, sino que me hace esforzarme porque sé bien que con solo un ‘si’ alcanza y sobra para seguir en este camino”, expresa. Así consiguió ir a otra expedición, a documentar la isla de plástico más grande del mundo, entre Hawái y California en el gran parche del Pacífico. “Terminamos en las costas de Bahamas para cargar combustible, y cuando llegamos había ciclones formándose, así que nos movimos a Aruba, y como las alertas meteorológicas no cambiaron, el equipo decidió volverse a Madrid y posponer la misión para otro momento”, comenta.

La adaptación al cambio de planes es esencial para su estilo de vida, y desarrollar la astucia necesaria para percibir las modificaciones de itinerario como nuevas locaciones, donde siempre se puede generar algún nuevo contenido. “En esa pausa que hicimos en Aruba saqué las fotos que titulé ‘Corales nocturnos’, durante una inmersión nocturna, con una técnica de exposición prolongada y una fuente de luz ultravioleta, y las postulé a un concurso internacional”, cuenta. Quedaron seleccionadas entre “las mejores 25 fotos subacuáticas del mundo”, y era la antesala al reconocimiento como mejor fotógrafo de naturaleza. Lo que parecía una experiencia que salió mal, se transformó en el sustento para que National Geographic lo tuviera en su radar.

Nico Marín Benítez
Una tierna escena que fotografió de una familia de albatros, aves marinas de grandes dimensiones

Tenía las condiciones para el perfil de explorador, y para eso tenía que presentar un proyecto propio, y de nuevo, intentar destacar, pero esta vez entre millones de personas. “Solo eligen 25 por año, generalmente personas con mucha experiencia, con súper equipos, súper expediciones, y yo propuse ‘Migrantes del Pacífico’, la labor de documentar la ruta migratoria de los tiburones martillo en las Islas Galápagos, la mayor población de mantarraya gigante en Manabí, Isla de la Plata, y la migración de la ballena gris, que hace más de 10.000 kilómetros, desde Alaska hasta las aguas de Baja California Sur”, detalla. Quedó seleccionado, y al instante comenzó con el trabajo, que le llevó gran parte del 2021.

Desde ese momento permaneció en Baja California, México, como base para todos sus viajes, y fue una decisión estratégica para mantenerse en el lugar correcto. “Acá está el gran acuario del mundo”, indica. Eso sí, no estuvo ni una sola semana quieto, siempre con compromisos que fueron surgiendo, al punto de que sus papás no pudieron coincidir juntos en ninguna de las escapadas para ir a visitarlo. “Mi mamá vino durante un mes, pero solo la vi una semana, que fue para festejar su cumpleaños 50, y le mostré cómo era mi vida acá, pudimos ver ballenas, nadó y vio la migración de la mantarraya más grande del mundo, así que fue algo inolvidable”, sostiene.

Nico Marín Benítez
Gracias a su excelente nivel de buceo, puede bajar a documentar naufragios de barcos y aviones, otra de sus tareas

Unos años antes también pudo coincidir con su abuela, que ya no está en este mundo, y la llevó a ver tiburones en el océano, lleno de corales. “Mi papá fue a Cozumel una semana, se puso el traje de buceo, y también mi hermana de 19 años”, dice con alegría. Fueron ocasiones únicas y especiales, porque van a hacer dos años que no regresa a Buenos Aires, y sin el apoyo de su familia todo sería cuesta arriba. “A comienzos de 2023 estaban eligiendo a 100 líderes jóvenes del mundo y me llamaron para ir a Panamá a dar un discurso contra la minería submarina en representación de Argentina, y ahí conocí a miembros del equipo de Naciones Unidas”, revela, mientras retoma el orden cronológico del relato.

Estar en el lugar y momento justo fue clave para charlar con las personas que le abrieron nuevas puertas. Lo invitaron a acompañarlos durante una misión en el Polo Norte. “Era para documentar el cambio climático, específicamente la atlantificación de las corrientes, que las aguas ingresan cada vez más calientes al Ártico, y esto provoca derretimiento de hielos”, describe. De nuevo en Baja California, surgió el proyecto de seguir los pasos de Charles Darwin y dar la vuelta al mundo. “National Geografic me hizo una carta de recomendación diciendo que yo estaba altamente capacitado, y justo tenía 22 años, la misma edad que Darwin cuando hizo esta hazaña, y me sentía muy identificado”, confiesa.

Lo seleccionaron, y se trasladó a Fernando de Noronha, una isla al norte de Brasil para documentar las mismas especies que el naturalista inglés. “Así como él escribía anotaciones en sus libros, yo siento que Instagram es como mi diario de viaje, y en el siglo XXI tengo la posibilidad de que la gente de que lo pueda vivir conmigo”, resalta. Navegó en velero hasta Salvador de Bahía y Río de Janeiro, y estuvo abocado a fotografiar tiburones, la tortuga más grande del mundo, y la conservación de corales.

Nico Marín Benítez
Como explorador de National Geographic también documenta el cambio climático y migraciones de diferentes especies

Las Islas Malvinas

En diciembre de 2022 en el marco del programa Charles 200 lo convocaron para pasar Año Nuevo y Navidad en las Islas Malvinas. “Había olas de 10 metros, un temporal que era como una película de catástrofe, por eso no es común que se llegue navegando, por lo difícil del pasaje y lo poco accesible, pero como la idea es hacer el mismo viaje que hizo Darwin, lo hacemos de esa manera”, explica. Admite que pasó varios malestares estomacales en medio de las fiestas, pero cuando llegaron al destino fue una de las experiencias más movilizantes de su carrera.

“Como argentino tiene un peso doble, porque está el recuerdo de la guerra”, manifiesta. Sin embargo, focalizó gran parte de su atención en mostrar una faceta menos conocida del territorio. “Realmente Malvinas también es una reserva natural única, donde hay muchos animales, desde las colonias más numerosas de albatros que anidan ahí, grupos de orcas, ballenas jorobadas, ballenas de aleta, elefantes marinos, poblaciones del pingüino más grande del mundo. Está todo muy preservado porque es un lugar muy remoto”, asegura.

Nico Marín Benítez
Durante su estadía en las Islas Malvinas registró una colección de momentos que evidencian el gran reservorio natural que convive en el territorio

El contraste entre ese paraíso natural y los vestigios bélicos, por momentos lo dejaron sin aliento. “Fui de la misma manera que en su momento fueron los combatientes en barco, y en el mismo lugar que vi a todos estos animales, encontré también balas de 1982, que todavía siguen ahí, y algunos cañones también”, se lamenta. La ruta siguió hacia Punta Arenas, pasando por el Estrecho de Magallanes, para registrar un proyecto de conservación de ballenas y documentar una familia de cinco pumas.

“A medida que voy conociendo más especies, siento que conozco menos, porque son muchísimas”, reflexiona. Gracias a tantas experiencias, llegó a un nivel supremo de buceo, en una de las posiciones más altas a nivel internacional. Alcanza hasta 30 metros de profundidad, tiene el instructorado completo, y eso le permite bajar a fotografiar naufragios y realizar buceos nocturnos. Así como superó ese desafío, también venció barreras idiomáticas cuando estuvo en una embarcación japonesa, donde nadie hablaba ni inglés ni español, y tuvo que aprender palabras en japonés para poder comunicarse con los tripulantes, lo mismo cuando arribó con holandeses, y en Brasil defenderse con el portugués.

Nico Marín Benítez
Después de dos años llenos de anécdotas y fotografías submarinas, el fotógrafo de 24 años regresa a Argentina

“En cada lugar me pongo como objetivo sumar habilidades idiomáticas, porque siento que es un sinónimo también de respeto, hablar la misma lengua como una forma de poder sentir lo mismo y comunicarse de manera más fluida”, argumenta. A su vez, venció el prejuicio de que este tipo de vida era inalcanzable a nivel económico. “Entre la ropa y los equipos, cubriendo solo un área de alguna de las expediciones que hice, yo hubiera gastado todo mi presupuesto entero, y para ir al Polo Norte tendría que haber ahorrado 90 años de mi vida, pero afortunadamente hay diferentes oportunidades alrededor del mundo, algunas son pagas y otras no, pero se puede vivir de esto; no van a ser millonarios, pero van a hacer muchas contribuciones al mundo, y para mí ese es un motivo más que suficiente para aprovechar estas posibilidades”, sentencia.

Creó un canal de difusión en su Instagram, al que llamó “Sueños en realidad” -sus seguidores pueden unirse a través de un link de invitación o siguiendo el enlace que les aparece ni bien ingresan a su perfil, debajo de la descripción- donde suele compartir las búsquedas laborales que aparecen día tras día, para que otras personas tengan acceso desde una fuente confiable a las opciones que existen. “Estamos en un momento de la historia donde si querés ir a la luna, podés diseñar tu propia nave espacial, vivimos realmente conectados a la tecnología, y surgen muchas postulaciones de diferentes profesiones, desde traductores, profesores, pilotos, community manager, científicos, músicos, capitanes de barco, deportistas, para diversos proyectos de conservación”, detalla.

Nico Marín Benítez
Una nueva faceta de Nicolás está a punto de descubrirse: lanzará su primera canción, «Como el Océano», el 16 de marzo (Fotos: Nico Marín Benítez) (nicolas marin/)

Nico siempre va por más, y como él dice, “se suma en todas”. “En todas las que me interesan y siento que me aportan, porque la energía de uno también hay que cuidarla, no es inagotable”, aclara. Está enfocado en su flamante rol diplomático como embajador de las Naciones Unidas, que consiste en expandir la paz mundial a través de los océanos, y es muy consciente de que implica construir un legado para que otros jóvenes quieran continuar con esa tarea en el futuro. “Ahora finalmente regreso a Argentina, porque mi país me mantiene con los pies sobre la tierra, voy a quedarme con mi familia un tiempo hasta subirme de vuelta al barco para seguir los pasos de Charles Darwin desde Galápagos hasta Australia, cruzando todo el Océano Pacífico, una travesía enorme”, proyecta.

Son tantos los sueños que alcanzó, que se anima a elevar más la vara, y se imagina nuevas metas. “Ver el océano desde la luna, bajar al fondo del océano, que solo se hizo tres veces, descubrir y nombrar una nueva especie, y por qué no aspirar a un premio Nobel de la Paz”, enumera. Dejó para el final una sorpresa que lo entusiasma muchísimo, y que está alineada con la idea de comunicar la conservación marina desde todas las áreas posibles. “El 16 de marzo lanzo en todas las plataformas digitales mi primera canción, ‘Como el Océano’, donde yo canto y actúo”, revela a pura emoción. Tiene una gran amistad con miembros de la banda de Los Fabulosos Cadillacs, que lo ayudaron en la producción musical y la composición del beat. “Me animé a hacer algo como artista, porque considero que la música es una gran manera de transmitir mensajes, y espero que les guste mucho”, concluye el joven argentino que se propone dar la vuelta al mundo.

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